El Premio Nobel de la Paz 2024 fue otorgado a Nihon Hidankyo, una organización de base japonesa compuesta por sobrevivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, también conocida como Hibakusha.
El anuncio se produjo el viernes 11 de octubre en el Instituto Noruego del Nobel en Oslo, Noruega, casi 80 años después de los devastadores bombardeos atómicos de agosto de 1945.
El premio reconoce los incansables esfuerzos del grupo por lograr un mundo libre de armas nucleares y sus conmovedores testimonios, que sirven como un duro recordatorio de las catastróficas consecuencias humanitarias de las armas nucleares.
La selección de Nihon Hidankyo tiene un profundo significado en el panorama mundial actual, donde las tensiones geopolíticas latentes y la modernización de los arsenales nucleares han proyectado una larga sombra sobre la paz internacional.
El Comité Noruego del Nobel, presidido por Jørgen Watne Frydnes, reconoció explícitamente la alarmante erosión del «tabú nuclear», la norma internacional contra el uso de estas armas devastadoras.
Frydnes destacó la urgencia del mensaje de los Hibakusha, haciendo hincapié en que “las armas nucleares y la humanidad no pueden coexistir”, e instó a los líderes mundiales a prestar atención a sus “dolorosas y dramáticas historias”.
Este sentimiento fue compartido por el Instituto de Investigación para la Paz de Oslo, que elogió el premio como “un mensaje crítico para nuestro futuro”, particularmente en una era de tecnologías militares que avanzan rápidamente, como la guerra impulsada por la inteligencia artificial.
El premio resonó profundamente en Japón. El primer ministro Shigeru Ishiba, hablando desde Laos, declaró que el premio era “extremadamente significativo”, reconociendo el compromiso duradero de la organización con la abolición nuclear.
En Hiroshima, Toshiyuki Mimaki, copresidente de Nihon Hidankyo y sobreviviente, estaba abrumado por la emoción y declaró: “No puedo creer que sea real”.
Enfatizó el potencial del premio para amplificar el mensaje del grupo: “Las armas nucleares deben ser abolidas por completo”.
La conmovedora súplica de Mimaki, “Por favor, abolid las armas nucleares mientras estemos vivos”, resume la urgencia que sienten los hibakusha, muchos de los cuales tienen entre 80 y 90 años.
Esta urgencia se ve subrayada aún más por el número cada vez menor de supervivientes, un duro recordatorio del paso del tiempo y la necesidad de que su mensaje perdure.
La comunidad internacional también reaccionó con firmeza. La Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), ganadora del Premio Nobel de la Paz 2017, celebró el premio como “increíblemente merecido”, destacando la incansable labor de los hibakusha.
Ravina Shamdasani, portavoz de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, elogió el reconocimiento de las organizaciones de base y los supervivientes por su trabajo persistente, a menudo realizado “fuera de los focos”.
Estas voces subrayan el impacto global del mensaje de Nihon Hidankyo y la importancia de amplificar las voces de los más afectados por las armas nucleares.
La decisión del Comité Nobel también puede verse desde el punto de vista de las crecientes tensiones geopolíticas, incluida la retórica de Rusia sobre las armas nucleares en el contexto de la guerra en Ucrania, la búsqueda acelerada de capacidades nucleares por parte de Corea del Norte y la especulación en torno a las ambiciones nucleares de Irán.
Si bien el comité no mencionó países específicos, el contexto del premio sirve como un duro recordatorio de la fragilidad de la paz en un mundo que lucha contra la proliferación nuclear.
Dan Smith, director del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, calificó el premio como un «triple golpe», que llama la atención sobre el costo humano de las armas nucleares, el peligro inherente que plantean y la paz precaria pero duradera que se mantiene desde su último uso.
Este impacto multifacético resalta la importancia del premio más allá de un simple reconocimiento del sufrimiento pasado.
Además, el premio tiene un peso simbólico, ya que se otorga apenas unos meses después de que la película de Hollywood «Oppenheimer» obtuviera elogios de la crítica y éxito comercial, volviendo a poner de relieve la historia de la creación de la bomba atómica en la conciencia pública.
La yuxtaposición de la exploración que hace la película del desarrollo de la bomba con la incansable búsqueda de su abolición por parte de Nihon Hidankyo subraya la compleja y a menudo paradójica relación entre el avance científico y las consecuencias humanas.
El premio de este año resuena con premios anteriores otorgados a individuos y organizaciones dedicadas al desarme nuclear y al control de armas, incluidos Linus Pauling, Eisaku Sato, la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear e ICAN.
Refuerza el compromiso de larga data del Comité Nobel con la visión de Alfred Nobel de reconocer los esfuerzos que brindan el «mayor beneficio a la humanidad».
Al honrar a Nihon Hidankyo, el Comité Nobel no solo ha reconocido el sufrimiento pasado de los hibakusha, sino que también ha emitido un poderoso llamado a la acción para que las generaciones presentes y futuras busquen activamente un mundo libre de la amenaza existencial de las armas nucleares.
El legado de los hibakusha, como guardianes de la esperanza y la paz, sirve como un poderoso testimonio de la resiliencia del espíritu humano y la búsqueda constante de un futuro más seguro.