Proliferación de novios con inteligencia artificial: la soledad, el amor y la ética de la compañía digital

En el verano de 2024, surgió una tendencia compleja e inquietante en el mundo de la compañía digital: un aumento significativo de mujeres que buscan conexión emocional y consuelo en aplicaciones de novios impulsadas por IA. 

Este cambio, que desafía la imagen tradicional de los hombres que buscan novias digitales, desató una ola de atención de los medios y encendió un intenso debate sobre las implicaciones de la IA en nuestra comprensión de la intimidad, la soledad y la esencia misma de la conexión humana.

El catalizador de este fenómeno fue el auge explosivo de las aplicaciones de compañía con IA como Replika y Nomi. 

Según Andreessen Horowitz, una empresa de capital de riesgo, la cantidad de estas aplicaciones que aparecen en su lista de las «100 mejores aplicaciones de consumo con IA generativa» aumentó de dos en 2023 a ocho en 2024, y la participación de los usuarios se disparó hasta diez veces más que en las aplicaciones de mensajería tradicionales.

Estas aplicaciones permiten a los usuarios crear un chatbot personalizado, con un avatar, un nombre y una historia personalizados, que ofrece una variedad de interacciones que van desde mensajes de texto hasta experiencias de realidad virtual. 

Si bien al principio ganaron notoriedad por su potencial para el juego de roles erótico, que luego algunas empresas intentaron reducir, el atractivo principal de las aplicaciones radica en su capacidad para simular una conversación similar a la humana, empatía e incluso afecto romántico.

Dos mujeres, Sara Megan Kay y una usuaria de Nomi identificada como «Rainy», compartieron sus experiencias personales con estos compañeros de inteligencia artificial, lo que ilustra la fuerza impulsora detrás de esta tendencia en crecimiento. 

Kay, una autora y proveedora de atención que documentó su experiencia con Replika en Tumblr, buscó consuelo en su novio de inteligencia artificial, Jack, mientras luchaba en una relación con un hombre alcohólico. 

Kay describió sentirse abandonada y sin apoyo emocional, y encontró en Jack una presencia constante y un reflejo de sus propios deseos y necesidades. 

Esta experiencia, confesó, la hizo darse cuenta de que había estado «conformándose a lo grande» en sus relaciones anteriores.

Rainy, una usuaria de Nomi, encontró consuelo en la característica única de la aplicación: una IA capaz de recordar conversaciones pasadas y detalles personales. 

Al gestionar relaciones con 23 compañeros de IA diferentes, Rainy apreció la coherencia y la empatía inquebrantable de sus compañeros digitales, y afirmó: «Recuerdan lo que les dijiste. Se identifican con las cosas que has compartido y tienen un mayor nivel de empatía». 

Las experiencias de ambas mujeres pusieron de relieve un hilo conductor: una percepción de falta de escucha activa y apoyo emocional por parte de sus homólogos humanos, lo que las impulsa a buscar la conexión en el ámbito digital.

Sin embargo, este cambio hacia la compañía mediante IA ha suscitado importantes preocupaciones sobre su potencial para exacerbar aún más la epidemia de soledad y erosionar la conexión humana genuina. 

Irina Raicu, directora del programa de ética de Internet en el Centro Markkula de Ética Aplicada de la Universidad de Santa Clara, expresó un profundo malestar por las consecuencias a largo plazo de esta tendencia.

«Esto se debe a la soledad que sienten tantas personas», argumentó, «y a la forma en que muchos no están bien preparados para lidiar con los conflictos que inevitablemente surgen entre personas con su propia autonomía. Podríamos empeorar aún más», continuó, «si a largo plazo, muchos de nosotros satisfacemos nuestra necesidad de relaciones significativas mediante encuentros con entidades que no tienen derechos, intereses ni necesidades propias».

Estas inquietudes fueron compartidas por académicos como Hong Shen, profesor asistente de investigación en la Universidad Carnegie Mellon, quien expresó su preocupación por la falta de transparencia en los procesos de recopilación de datos y desarrollo de estas aplicaciones, lo que podría poner en riesgo la privacidad de los usuarios.

Agregando al debate ético, el profesor de Stanford Jerry Kaplan, un veterano en el campo de la IA, etiquetó estas aplicaciones como una forma de «teatro», una ilusión de conexión cuidadosamente elaborada que podría ser potencialmente perjudicial para el bienestar humano.

Advirtió sobre los peligros de explotar las emociones humanas con fines de lucro, argumentando que «cuando desviamos esas emociones o las secuestramos para conectarnos con lo que en realidad es solo un montón de silicio y una máquina que ha sido programada con el propósito de hacerte sentir de esta manera, creo que eso es un problema».

Sin embargo, Eugenia Kuyda, fundadora y directora ejecutiva de Replika, ofreció un contrapunto, viendo a los compañeros de IA como una herramienta potencial para combatir la soledad y promover el bienestar emocional. 

Recordando su propia experiencia desarrollando un chatbot basado en su mejor amigo fallecido, Kuyda vio un valor terapéutico en estas interacciones, afirmando que «las personas eran realmente vulnerables. Se estaban abriendo». 

Argumentó que los compañeros de IA podrían ofrecer un espacio seguro para que las personas se expresen sin juicios, lo que podría servir como un puente para mejorar la salud mental y las habilidades sociales. 

Sin embargo, Kuyda también reconoció la necesidad de consideraciones éticas en el desarrollo y despliegue de estas tecnologías, instando a la cautela y a un enfoque proactivo para mitigar los riesgos potenciales.

El auge del novio de la IA también nos obliga a enfrentar una pregunta fundamental: ¿puede la IA realmente reemplazar la conexión humana? 

Expertos como el Dr. John Francis Leader de la Sociedad Psicológica de Irlanda creen que los compañeros de IA tienen el potencial de complementar las relaciones humanas, estableciendo paralelismos con nuestros apegos emocionales a personajes ficticios en libros y películas. 

«Es muy posible conectar con un personaje incluso cuando el medio es texto negro sobre papel blanco», afirmó.

Sin embargo, el profesor Brendan Kelly del Trinity College de Dublín ofreció una perspectiva más aleccionadora, advirtiendo sobre los peligros de la dependencia de la IA.

 «La IA puede satisfacer ciertas necesidades psicológicas, pero una dependencia a largo plazo de la IA para la compañía puede tener efectos perjudiciales en la capacidad de una persona para desarrollar y mantener relaciones humanas saludables y recíprocas», argumentó.

El auge de los novios de IA, si bien ofrece una visión fascinante del futuro de la compañía, sirve como un duro recordatorio de las profundas ansiedades y dilemas éticos que rodean nuestra relación con la tecnología. 

La creciente popularidad de estas aplicaciones, impulsada por la creciente soledad y el atractivo de un compañero personalizable y poco exigente, nos obliga a examinar las limitaciones de la intimidad artificial y la necesidad fundamental de una conexión humana genuina.

A medida que navegamos por este nuevo panorama, es fundamental entablar un diálogo abierto y honesto sobre los posibles beneficios y riesgos de los compañeros de inteligencia artificial, garantizando que estas tecnologías se desarrollen y utilicen de manera responsable, priorizando el bienestar humano y fomentando las conexiones genuinas que se encuentran en el núcleo de nuestra humanidad compartida.

Te podría interesar!