Crisis humanitaria en Gaza mientras la ofensiva terrestre israelí apunta a baluartes claves de Hamás

A medida que la guerra en Gaza entra en su tercer mes, la situación de los civiles parece volverse cada vez más grave. 

Mientras los tanques israelíes avanzan hacia la ciudad sureña de Jan Yunis y los combates casa por casa se intensifican, cientos de miles de habitantes de Gaza se encuentran actualmente bajo órdenes de evacuación. 

Sin embargo, como han señalado funcionarios de la ONU, estos civiles simplemente no tienen adónde ir: el número limitado de refugios en Gaza ya está superpoblado, lo que deja a 600.000 personas sin un lugar seguro donde buscar refugio.

Las Naciones Unidas han declarado la actual situación humanitaria en Gaza como una catástrofe. 

Los productos básicos son escasos y, según informes, las personas sobreviven con una sola comida al día: un pequeño trozo de pan y frijoles enlatados. 

La falta de agua potable y saneamiento está haciendo que la situación sea aún más precaria, y el potencial de brotes de enfermedades se está convirtiendo en una preocupación real. 

La mayoría de la población de Gaza vive en tiendas de campaña primitivas y no tiene ropa ni refugio adecuados para soportar el frío. 

En resumen, las condiciones de los civiles en Gaza son terribles y continúan deteriorándose a medida que el conflicto continúa.

Los intensos combates y los constantes bombardeos también están pasando factura a los hospitales de Gaza, que luchan por hacer frente a la afluencia de civiles heridos. 

Los médicos informan que las salas están desbordadas y que los pacientes incluso se ven obligados a tumbarse en suelos manchados de sangre. 

La magnitud de los combates ha hecho casi imposible que las agencias de ayuda distribuyan suministros muy necesarios en las zonas afectadas. 

La ONU estima que más del 80% de la población de Gaza ya ha sido expulsada de sus hogares y ahora se enfrenta a la dura realidad de quedarse sin hogar en medio del conflicto en curso.

A pesar de los llamados internacionales a la moderación y la preocupación por las víctimas civiles, el ejército israelí sigue adelante con su ofensiva. Las fuerzas israelíes han llegado al corazón de Jan Yunis, donde se cree que se esconden los líderes de Hamas. 

También están en curso operaciones similares dirigidas a otros bastiones de Hamás en el norte de Gaza. Sin embargo, esta ofensiva tiene un alto costo: cientos de miles de civiles quedaron atrapados en el fuego cruzado y posteriormente se vieron obligados a huir de sus hogares. 

La afirmación del ejército israelí de reducir las víctimas civiles mediante ataques selectivos es recibida con escepticismo, como lo demuestra el importante número de personas desplazadas y los informes sobre víctimas civiles.

La crisis humanitaria en Gaza se ha visto exacerbada por la revocación por parte de Israel de la visa de la coordinadora humanitaria de las Naciones Unidas. 

Lynn Hastings ha criticado abiertamente la ofensiva de Israel en Gaza y ha encabezado llamamientos para aumentar la ayuda humanitaria en el territorio. 

Hastings dijo que la falta de agua potable, saneamiento y una mala nutrición para la gente es una «fórmula de libro de texto para las epidemias y un desastre de salud pública».

La decisión de expulsar a Hastings ha sido recibida con una condena generalizada, y los críticos acusan a Israel de intentar silenciar a quienes hablan en contra de sus acciones.

Estados Unidos, un aliado incondicional de Israel, también ha expresado su preocupación por el costo humano de la guerra. 

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha instado a los líderes israelíes a implementar planes humanitarios de protección civil y a designar claramente zonas seguras para los civiles en Gaza. 

Sin embargo, la implementación de tales planes ha demostrado ser un desafío, con informes de personas que luchan por acceder al mapa en línea designado por las Fuerzas de Defensa de Israel. 

La falta de una estrategia clara y eficaz para proteger a los civiles en el conflicto es evidente, cuando el número de muertos sigue aumentando y la situación humanitaria se está deteriorando. 

A medida que el conflicto entra en su tercer mes, está claro que los intensos bombardeos y las operaciones terrestres del ejército israelí no están logrando los objetivos previstos de debilitar a Hamás y detener el lanzamiento de cohetes desde Gaza. 

Más bien, están causando inmensos daños y sufrimiento a civiles inocentes.  El uso de órdenes de evacuación y «zonas seguras» por parte de las FDI no es una solución práctica ni eficaz para proteger a los civiles. 

Los mapas y folletos no llegan a todas las zonas afectadas, e incluso cuando lo hacen, los civiles se enfrentan a condiciones peligrosas e inciertas en refugios superpoblados. 

La idea de que los civiles pueden ser evacuados y concentrados de manera segura en áreas específicas también es errónea, ya que estas áreas se convierten en objetivos fáciles para los ataques aéreos y la artillería israelíes.

Además, la falta de acceso a necesidades básicas como alimentos, agua y atención médica ha creado una terrible crisis humanitaria. 

Los hospitales están abrumados y no pueden hacer frente a la afluencia de pacientes heridos. El agua potable es escasa y muchas familias viven en condiciones primitivas e insalubres. 

A medida que bajan las temperaturas, la situación se vuelve aún más grave para la población desplazada.

La comunidad internacional, incluido Estados Unidos, ha expresado su preocupación por el costo humano de la guerra y ha pedido medidas para proteger a los civiles. 

Sin embargo, está claro que es necesario hacer más para garantizar la seguridad y el bienestar de la población palestina en Gaza. 

La atención debe pasar del uso de la fuerza militar a encontrar una solución pacífica al conflicto que aborde las causas profundas y proteja los derechos de todos los civiles.

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