El presidente venezolano, Nicolás Maduro, comenzó un segundo mandato el jueves, al ser juramentado por el Tribunal Supremo del gobierno, que ha sustituido en gran medida al Congreso dirigido por la oposición.
El ex conductor de autobús convertido en líder socialista, desafiando a los críticos de Estados Unidos y América Latina que lo calificaron de usurpador ilegítimo de una nación donde el caos económico ha provocado una crisis humanitaria, en pomposa ceremonia tomó posesión de la presidencia del país suramericano.
«Se ha levantado un nuevo mundo que se niega a ser controlado por las órdenes hegemónicas e imperiales de una sola nación o sus países satélites», dijo Maduro luego de su juramento.
«Ese es el grito de guerra de nuestra revolución a los pueblos y gobiernos del mundo», dijo Maduro en su discurso inaugural.
Los líderes de la oposición han descrito la inauguración como el momento en el que Maduro será internacionalmente calificado como dictador, luego de una elección en 2018, ampliamente boicoteada, que muchos gobiernos extranjeros describieron como una farsa.
Estados Unidos denunció una “usurpación del poder” y Paraguay anunció que estaba cortando lazos diplomáticos, destacando el creciente aislamiento que enfrentará Maduro.
Estados Unidos, la Unión Europea y muchos países latinoamericanos condenaron la votación el año pasado, observando una serie de irregularidades, y emitieron severas críticas a Maduro el jueves.
A pesar de la protesta internacional, la hiperinflación, la grave escasez de alimentos y medicamentos y el éxodo de millones de ciudadanos, Nicolás Maduro continúa disfrutando del apoyo constante de las fuerzas armadas.
Maduro reemplazó a Hugo Chávez después de su muerte en 2013 y ganó un nuevo período de seis años en 2018 a pesar de la grave crisis económica que atraviesa Venezuela. Él culpa a una «guerra económica» encabezada por Estados Unidos y adversarios de la oposición local por los problemas del país.
