Turquía lanzó una ofensiva terrestre en el norte de Siria desplegando aviones de combate y artillería en el territorio en manos de las fuerzas dirigidas por los kurdos.

El presidente Recep Tayyip Erdogan dijo que la operación era crear una «zona segura» libre de milicias kurdas que también albergarán refugiados sirios.

La decisión unilateral ha sido ampliamente condenada, con la Unión Europea instando a Turquía a poner fin a su ofensiva.

Las fuerzas dirigidas por los kurdos que fueron aliados clave de los Estados Unidos prometieron resistir.

La ofensiva se lanzó pocos días después de que el presidente Donald Trump retirara las tropas estadounidenses de la zona fronteriza, una decisión que fue criticada en el país y en el extranjero.

Los kurdos, que ayudaron a derrotar al grupo del Estado Islámico (EI) en Siria, custodian a miles de combatientes del Estado Islámico y sus familiares en las cárceles y campamentos en áreas bajo su control. 

No está claro si continuarán haciéndolo si estallan las batallas.

En una declaración anterior, Trump, que había amenazado con «destruir» la economía de Turquía si se «salía de los límites», dijo que Estados Unidos no «respaldaba este ataque» y calificó la operación como una «mala idea».

El secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Dominic Raab, dijo que la ofensiva «corre el riesgo de desestabilizar la región, exacerbar el sufrimiento humanitario y socavar el progreso realizado contra» el Estado Islámico.

Estados Unidos no le dio a Turquía una «luz verde» por su ofensiva en el norte de Siria, dijo el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo.

Pompeo defendió la decisión del presidente Donald Trump de retirar las tropas estadounidenses de la zona fronteriza entre Siria y Turquía.